Wikileaks anunció ayer que con la publicación de sus documentos se crearía el 11S de la diplomacia. Pero nada ha estado más lejos de la realidad. Es más, aunque algunos de los documentos publicados puedan tambalear algunas relaciones por los comentarios en los escritos expresados, no son más que puras valoraciones de carácter personal.
En el caso español, los documentos de Wikileaks se basan en una simple valoración poco objetiva de Zapatero. Y en los demás casos a nivel internacional, lo cierto es que la importancia de los documentos se ha quedado más para el sector de prensa rosa, que para un caos diplomático. Que Berlusconi se monta fiestas con protitutas, que a EE.UU no le gusta Chávez, o que el presidente de Irán es un peligro internacional no son grandes secretos del mundo, son verdades que todos sabemos. Y en realidad que los diplomáticos americanos consideren a Merkel sosa, a Sarkozy un poco impredecible o a Zapatero como un presidente transitorio, no es que vayan a cambiar la visión que tenemos del mundo.
En conclusión, Wikileaks se lanzó en una campaña de propaganda de sus propios documentos creando una gran expectación a nivel mundial y haciendo que los grandes gobiernos temiesen por su propia seguridad para al final ofrecernos una versión gosip de opiniones poco maduradas acerca de las cualidades de los políticos de la escena mundial. Eso y nada, casi es lo mismo. Y creo que esto no será mucho más que una simple anécdota más de internet.