Entre tanto conflicto internacional que se vive y en un mundo que a veces, mejor dicho, casi siempre, me preguntó hacia donde va me encuentro con una noticia que realmente ha llamado mi atención, y que me parece invita a reflexionar acerca de ese futuro tan incierto que vemos todas las generaciones. Sin embargo, a los jóvenes se nos han achacado culpas que muchas veces no tenemos, y que otras ignoramos. Culpas que a veces podrían solucionarse con planteamientos en sociedad diferentes. Y yo les pregunto ¿votar a los 16 años es una opción o una locura?
Probablemente, muchos de ustedes lo considerarán una locura, pero antes de sacar concluciones precipitadas quizás valga repensar algo que es más una cuestión de costumbre. Y lo digo porque lo de ser mayor de edad, es decir cumplir los 18 años a veces no marca nada, porque la inmadurez sigue estando ahí, y el derecho a voto se adquiere solo por una cifra que determina nuestro DNI. Otras tantas veces, chavales de 15 y 16 años demuestran una madurez que ya le gustaría a muchos cuarentones.
Si a esto le sumamos el hecho de que a ellos, a esas más jóvenes generaciones y a la de los 80, a la que pertenezco se nos lleva achacando desde hace tiempo un grave desinterés por la política, quizás el hecho de colocar una medida que la abra a los menores pueda resultar en un verdadero empuje a que nos preocupen los asuntos del Paralmento. Y digo quizás, porque también puede ser que no. ¿Y que pasaría si no? Pues tendríamos unos cuantos más ausentes de las mesas electorales que tampoco harían ningún daño.
Quiero decir que la medida tampoco me parece tan absurda, y al final si 16 son los años para tomarse una cerveza en España, fumar en Austria o conducir en los EE.UU, ¿por qué un jóven con esos años no puede tener derecho a voto? ¿Solo por qué siempre ha sido así? Recuerden como hemos cambiado del siglo pasado a este, y mediten si probar el cambio no tiene más ventajas que inconvenientes.