No es que no luchemos. No es que seamos vagos. Y no es que no nos lo hayamos currado. Que por haber, hay de todo, pero en general la mía es una generación de las mejores que ha tenido España. Y digo España, porque si nos comparamos con nuestros colegas europeos quizás no se seamos tan grandes. Y siendo los mejores tenemos que aguantar como sea una culpa que no fue la nuestra. Ni mileuristas, dicen hoy en El País. En realidad, esa es casi la tónica de los jóvenes de hoy. Cobrar sueldos por debajo de los 1000 euros. Llegar a ser mileuristas, un término que se acuño en 2005, es todo un sueño.
Y hablamos por supuesto de jóvenes con años de estudio, de carreras universitarias, de másters y con idiomas y estancias en el extranjero, además de un extenso currículum de prácticas. Y todo eso, parecen ser años tirados a la basura. Porque aquel que un día nos dijo que había que estudiar para tener un futuro, parece habernos contado la mentira más grande.
Yo la verdad no me quejo. No soy mileurista, aunque para llegar hasta ahí, me han hecho falta una licenciatura en Publicidad, un master en el extranjero, tres estancias fuera de España, más de cinco becas de prácticas, y muchas, muchas horas delante del ordenador. Además hacerme autónoma, porque si no, nadie te ofrece un trabajo decente.
La verdad es que con mi experiencia, a todos aquellos que estén como están las cosas, con un ni mileuristas en la frente, lo único que puedo decir es paciencia, nunca rendirse y plantearse opciones fuera de lo clásico, en internet, porque por ahí parece ir el futuro del mundo y de afrontar la precariedad laboral.