Racismo en el fútbol. Lo que se necesita es educación

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El problema del racismo en el fútbol no es nuevo ni mucho menos. La Europa en la que vivimos, por suerte para la mayoría de nosotros, y por desgracia para unos cuantos ultras que se dedican a llamar la atención cada vez que tienen la posibilidad, es multiétnica. Y precisamente eso, no es hace ser lo que somos.

Pero claro, cuando unos cuantos se dedican a hacer mucho ruido salen en portada. Como fue el caso del último partido de la seleccion italiana, que por cierto sufrió en sus carnes ya el mimso incidente, peor por parte de sus contrincantes, los serbios, hace aproximadamente un mes. Aquí no hablamos de una historia de fútbol, o de inchas que muestran su malestar con su equipo porque no lo hace bien. De eso se encargan las crónicas deportivas. Aquí hablamos de un problema en el que los políticos europeos tienen que trabajar. Y trabajar, señores, no significa hacer tres minutos de silencio, como ocurrió con el partido Italia-Rumanía, en contra del racismo. Esos tres minutos de silencio sirven para hacer ver que instituciones deportivas como el fútbol se preocupan por la multietnicidad, pero no significa que el pueblo así lo entienda.

Y como con todo. Lo que se necesita es educación. Educación que muestre que no hay mejor cosa que vivir en un país con diferentes culturas, en las que todas ella se entienden y se complementan. Y esa educación sólo se lleva a cabo si se pasa al plano del ciudadano. No basta con decir que no somos racistas. No basta con poner dos minutos de silencio. No basta con dar una conferencia donde el político fulano de tal habla de la importancia de la inmigración. Hay que hacer más mucho más. Y eso requiere el esfuerzo de todos, y sobre todo la creación de políticas específicas, a las que no ayudan nada discursos como el del juego interactivo del PP, por poner un ejemplo en nuestro país.

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