Una vez que ayer se aprobó en el Parlamento definitivamente la reforma de las pensiones del gobierno de Sarkozy con 336 votos a favor y 233 en contra, las protestas de los sindicatos comienzan a perder fuerza. Según el Ministerio del Interior francés, hoy jueves se han manifestado 198.000 personas, lo que supone un gran descenso en comparación con el medio millón de personas que salieron a la calle en movilizaciones anteriores según los datos del Ministerio del Interior.
No es de extrañar que los sindicatos, los trabajadores y los estudiantes ya no se movilicen con tanta fuerza. Por un lado, les pasa factura no haber conseguido su objetivo al no haber sido capaces de evitar la aprobación de la reforma de las pensiones y, por otro, acusan el cansancio, ya que la de hoy es la décima jornada de protesta, de las que siete se han celebrado desde el fin del verano.
Así las cosas, poco a poco los efectos de las protestas, las manifestaciones, las movilizaciones y, sobre todo, las huelgas, son cada vez menores. Las 12 refinerías del país han vuelto al trabajo y las gasolineras vuelven a tener combustible. Además los transportes como el metro y los trenes de cercanías ya no están tan afectados por los paros convocados.
Con todo los ciudadanos vuelven a la normalidad y comprenden que los sindicatos han perdido la batalla, ya que Sarkozy no ha cedido y ha mantenido el retraso en la edad de jubilación de 60 a 62 años, lo que ha desgastado fuertemente a los sindicatos, más todavía después de que el gobierno de Sarkozy recurriese a la cuestión económica para desacreditarlos.
Sin embargo, a pesar de todas estas cuestiones, la sensación que se transmite no es precisamente la de fracaso. Aunque la reforma ya ha sido aprobada, los sindicatos no han desconvocado las jornadas de protesta que habían programado para los próximos días y aunque es cierto que las movilizaciones van poco a poco perdiendo fuerza, sindicatos, trabajadores y estudiantes han dado una gran lección de unidad y de oposición al gobierno de Sarkozy hasta las últimas consecuencias. Ya podíamos aprender un poco de nuestros vecinos y tomar ejemplo en España.
Fuente | El País