Elo fallo de Estrasburgo ha puesto a España boca abajo, y aunque el pesar de las víctimas de ETA y de los que han vivido en sus carnes las amenazas de la banda es más que comprensible, y me solidarizo con ellos, las últimas opiniones y enfoques de noticias que he visto intentando restar credibilidad al Tribunal de Estrasburgo, o colocándolo como un elemento fuera del sistema, son erróneas. Y si alguien tiene la culpa de lo que ha ocurrido, ese es la doctrina Parot, y todos los gobiernos que la han aplicado.
Que conste que el tema de ETA es siempre delicado. Y que conste que siempre me voy a poner de parte de las víctimas, que en su dolor han sufrido, sin haber hecho nada más que expresar o ser familiares de quien expresaba un punto de vista diferente. La violencia nunca ha sido arma para arreglar nada. Y la violencia debe ser condenada por toda sociedad democrática.
Ahora bien, dicho esto, y esperando que no quepa duda alguna acerca de mi postura y de mi total comprensión de la situación que viven las víctimas, hay que poner la noticia del Tribunal de Estrasburgo, y la sentencia sobre la doctrina Parot en el lugar que le corresponde. El populismo exagerado que ha salido estos días en banda, como si a algún lado fuese a ir, o algún voto fuese a robar gritando que se debe ignorar la sentencia, o alzando la voz acerca de injerencia extranjera, recordándome a algunos caudillos sudaméricanos que con la palabra injerencia lo arreglan todo de cara a la opinión pública, no es propio de un país democrático
Tribunal de Estrasburgo
Para los que andan un poco perdidos, o se han dejado manipular por algunos medios, que por cierto deberían revisar las bases del periodismo, porque informar no es decir lo que uno quiere que suceda, sino lo que realmente ha sucedido o está sucediendo, la doctrina Parot es una norma que se aplicaba a los presos de ETA y que reducía su condena en base a buen comportamiento y otros puntos recogidos en nuestro derecho penal sobre el total de los años de la condena. Pero es que resulta que nuestras leyes, para todos iguales mientras no se creen nuevas normas que persigan actos de violencia extrema, como se hizo en Noriega con Breivick, entienden que las reducciones de condena se aplican sobre la condena a la que efectivamente se ha sido condenado, es decir, la pena máxima que contempla la ley.
Llegados a este punto, sé que a muchos nos vendría a la cabeza en un arrebato de sentimiento, totalmente justificado, decir que los de ETA deberían podrirse en la cárcel por todo el daño que han hecho. Sin embargo, estamos en una sociedad democrática, y nos ha costado mucho conquistar esa democracia. Y esa democracia prevé que todo ser humano tenga derechos fundamentales y que se le apliquen las leyes vigentes de forma justa. La ley vigente en España dice que las reducciones se hacen sobre la condena efectiva, en el caso de la mayoría de presos de ETA a los que se ha aplicado la doctrina Parot sobre la pena máxima contemplada en el código penal. Aquí, los gobiernos que han gestionado el tema han utilizado la consensuada Doctrina Parot para aplicarle la reducción sobre las condenas de miles de años de sentencia. Y eso, es ilegal, y Estrasburgo lo ha confirmado.
Culpables
O sea, que de buscar culpables, porque entiendo que las víctimas los necesiten y que la sociedad los reclame, porque no es justo que alguien que ha hecho tanto daño y ha cometido delitos de sangre quede en libertad, lo que hay que mirar es quien ha aplicado la Doctrina Parot, porque se ha hecho, y porque no hemos modificado desde entonces el código penal para castigar este tipo de delitos que han tenido a la sociedad en vilo. Se trataba simplemente de introducir cambios que no vulnerasen ninguno de los derechos que tiene todo ser humano y que un Tribuanl como el de Estrasburgo, al que recuerdo España está adscrita y debe acatar sus sentencias como Tribunal Superior, pudiese tumbar. Los políticos están para legislar, y el gobierno para gobernar. Y en este tema, ninguna de las dos funciones ha sido cumplida. Al menos al amparo de las víctimas y de toda la sociedad