Al cardenal de Madrid y recién elegido presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela no le gustan las redes sociales ni Internet en general. Y lo ha dicho alto y claro. Ha criticado Internet sin tapujos, sin cortarse un pelo y sin escatimar a la hora de exponer los motivos que le llevan a sentir esta animadversión por las redes sociales y las nuevas tecnologías.
Rouco ha dicho que Internet es una red desorientadora y propagadora del relativismo. Y que fomenta una comunicación globalizada. ¿Alguien puede explicarme qué tiene de malo la comunicación globalizada? Porque yo, desde luego, no lo entiendo. Asimismo, ha criticado las redes sociales e Internet porque fomentan encuentros virtuales vacíos de contenido, el todo vale y las conductas alejadas de la moralidad, el cristianismo y la Iglesia.
Además, quiso dejar claro que su programa como presidente de la Conferencia Episcopal es reconquistar a la juventud y hacer frente a los principales enemigos de Dios y de la Iglesia: el Estado y la cultura moderna. Casi nada, ahí queda eso.
Y digo yo, ¿de verdad quiere recuperar a los jóvenes, acercarlos a la Iglesia, a Dios y a la religión criticando tan duramente y estigmatizando algo tan extendido entre la juventud como Internet y las redes sociales? ¿Esta es su forma de convencer a los jóvenes de hoy en día de que acudan a la iglesia, a Dios y a Jesucristo? Sinceramente, creo que no ha elegido precisamente el mejor modo de convencer a los jóvenes.
Otra cosa que me ha llamado la atención es lo de los enemigos de la Iglesia y de Dios: la cultura moderna y el Estado. Lo de la cultura moderna puede llegar a entenderlo, teniendo en cuenta que la Iglesia, hoy por hoy, no es muy amiga de modernizarse ni de adecúar sus mensajes, sus actitudes y sus opiniones a los tiempos que nos toca vivir, a la actualidad, al hoy, al presente.
Lo que ya me cuesta bastante más entender es lo del Estado. Si tan enemigo de la Iglesia es el Estado, ¿por qué siguen aceptando su dinero? Ah ya claro, que está muy bien eso de criticarlo de cara a la galería y a la opinión pública mientras que al mismo tiempo se estira la mano para cobrar. A eso le llamo yo predicar con el ejemplo, sí señor.
Fuente | El Mundo