Fernando Alonso tiene que sufrir narcolepsia. Sólo así se entiende la crítica absurda e ilógica que ha hecho a la medida del Gobierno de Zapatero de reducir el límite máximo de velocidad en autopistas y autovías de 120 a 110 kilómetros por hora para ahorrar energía. Porque se puede estar a favor o en contra de esta medida, nos puede parecer buena o mala, pero lo que no se puede hacer es criticarla o defenderla con argumentos que se caen por su propio peso.
El motivo que ha dado el piloto de Fórmula 1 para criticar esta medida es que, según él, al conducir a esa velocidad es muy difícil prestar atención al volante y, por el contrario, muy fácil dormirse mientras se está conduciendo. Y digo yo, este hombre, cuando conduce por carreteras nacionales o por ciudad, ¿va siempre a 120 kilómetros por hora? ¿O es que cuando tiene que bajar de esa velocidad se queda dormido y conduce mientras se echa una siesta?
No contento con estas declaraciones, ha asegurado que para solucionar el problema de la energía y de la contaminación es mucho más eficaz restringir el tráfico en las ciudades según sean matrículas pares o impares. Creo que lo mejor será que Fernando Alonso se dedique a lo que sabe hacer, conducir, eso sí, a más de 120 kilómetros por hora, que si no el pobre se queda dormido, y deje de hablar porque me da a mí que no piensa demasiado sus respuestas antes de decirlas.
Fuente | La Razón