Jerry Brown y la representante del partido republicano, del que hasta ahora era candidato Arnold Schwarzenegger, la republicana Meg Whitman usan al actor como blanco de críticas de las más diversas índoles. La más importante de ellas, la pésima gestión económica que el Terminator del cine hizo durante sus 7 años de mandato en California.
Arnold Schwarzenegger abandonará la función pública con la misma pena que la gloria le dio en su papel de Terminator el próximo 2 de noviembre con un índice de popularidad de menos del 23%. Un 23% de popularidad que expresa una vez más que para dedicarse a la política no basta con tener una buena imágen pública, son necesarias muchas cosas más, como por ejemplo, saber gestionar un territorio. A ver si aprenden la lección de todo esto algunos de los famosillos que en nuestro país intentan hacerse un hueco en política, asunto del que no tienen ni idea y al que acceden por un curriculum de popularidad público conseguido a base de cotilleos y chismorreos, como es el caso de Carmen de Mairena.
Continuando con el asunto del «Governator» californiano, lo cierto es que parece que California sigue configurándose como uno de los estados más progresistas de los EE.UU. primero fue el referendum por la legalización de la marihuana, y ahora el escaso éxito de la caravana de los ultraderechistas del Tea Party, que parecen no encontrar en California un nicho de voto. Menos mal que aún queda un poco de consciencia en la primera potencia mundial, porque si a estas alturas me dicen que llegan al poder diputados que no creen en la evolución, mejor señores, apaguen y vámonos.
