«Obviamente no tengo intención de dimitir», dijo Gianfranco Fini en una rueda de prensa atestada, un día después de que Berlusconi le expulsara del partido que fundaron conjuntamente hace dos años, una decisión que eleva las posibilidades de que se celebren elecciones anticipadas.
Un Fini combativo también atacó a Berlusconi por «no tener exactamente un concepto liberal de la democracia» y por intentar dirigir un gobierno con un líder autocrático, «algo que no tiene nada que ver con nuestras instituciones democráticas».
De pie detrás de Fini, de 58 años, estuvieron los parlamentarios que se le unieron en la rebelión del partido, y que han llamado a su facción Libertad y Futuro para Italia.
Un responsable parlamentario dijo después que tenían 33 miembros en la Cámara Baja, además de Fini, lo que les permite privar a Berlusconi de la mayoría con la que cuenta. Tienen 10 representantes en el Senado, lo que podría reducir la mayoría de Berlusconi a dos votos.
Fini dijo que sus seguidores «apoyarían lealmente al Gobierno siempre que actúe en el marco del programa electoral, pero no dudarán en combatir las propuestas que sean injustas o que dañen los intereses más generales».
No mencionó el riesgo de elecciones anticipadas, que los analistas políticos dijeron que era una posibilidad real.
En una tensa cadena de acontecimientos que llegó al clímax el jueves por la noche, Berlusconi acusó a Fini de ser un traidor y un conspirador y de intentar infligir una «muerte lenta» a su partido.
Tras meses de tensión e incluso hostilidad abierta entre los conservadores, el partido de Berlusconi emitió una nota dura en la que censuraba a Fini, diciendo que sus acciones y comentarios ya no reflejaban las ideas de la formación que ayudó a fundar.
La coalición, compuesta por el Pueblo de la Libertad (PDL) y la Liga Norte, necesita una mayoría de 316 en la Cámara Baja. Antes de la división, podrían suponer hasta 344 votos, incluyendo 14 de los partidos más pequeños que deciden la votación según las necesidades.
Sin embargo, los nuevos números podrían privar a Berlusconi de su cómodo colchón de casi 30 votos, lo que le deja a merced de los partidos pequeños o incluso de la Liga Norte, que causó el colapso de su primer gobierno en 1994.
ELECCIONES ANTICIPADAS
La situación generada por la implosión del centroderecha no tiene precedentes, y no hay guías institucionales sobre la secuencia de pasos que se darán en los próximos días o semanas.
Varios comentaristas dijeron el viernes que Berlusconi había dicho a sus ayudantes que había suficientes desertores y «si nos hacen la vida difícil» preferiría celebrar elecciones adelantadas porque está convencido de que su partido obtendría buenos resultados sin Fini.
Fini ha enfurecido al primer ministro al insistir con ahínco en el tema de la moralidad y la legalidad del Gobierno, e insistiendo en que las autoridades implicadas en investigaciones judiciales deberían dimitir.
Los comentaristas dijeron que si la situación política se vuelve inestable, el presidente Giorgio Napolitano podía designar un gobierno interino que gestionara el país hasta las nuevas elecciones, al estilo de la administración dirigida por el ex ministro de Economía Lamberto Dini en 1995 tras el colapso del primer gobierno de Berlusconi.
Berlusconi se ha enrocado durante meses en el conflicto con Fini, que en el pasado era considerado su heredero como líder del centroderecha.
El documento de censura, que firmaron 33 de los 36 miembros de la presidencia del PDL, destituye a Fini de sus puestos por defender posiciones incompatibles con la línea del partido.
El texto acusó a Fini, que cofundó el PDL con Berlusconi hace dos años, de alentar la «oposición política» dentro de su propio partido y de intentar administrarle una «muerte lenta».
En su rueda de prensa, Fini hizo una lista de las acusaciones contra él como un acusado en el banquillo y, desafiante, rechazó todos.
Fini, ex neofascista, disolvió su propio partido, la Alianza Nacional, para fusionarse con Forza Italia, de Berlusconi, tras casi 14 años de apoyarle en tres gobiernos anteriores.
El líder de la oposición, Pier Luigi Bersani, dijo que Berlusconi debería admitir que su Gobierno estaba en una profunda crisis y que el primer ministro debería dirigir el Parlamento.