Ahora, que parece que en Libia las cosas no se frenan. Ahora, que Siria no da muestras de querer que la voluntad del pueblo se cumpla. Ahora que el mundo se ha vuelto más loco que nunca. Creo que es precisamente ahora cuando al ejército de Egipto debemos darle el mérito que se merece. Porque ellos han marcado un antes y un después en el modo de hacer las cosas.
Si bien en muchos países es el presidente el jefe del ejército, y éste debe seguir sus instrucciones, lo cierto es que la voluntad del pueblo debería estar por encima de eso, y no siempre ocurre de ese modo. Aunque ahora ya nos quedan lejanos los tiempos en los que Mubarak ordenó al ejército a disparar contra una multitud, una multitud que era su pueblo y cuyas únicas armas eran sus ganas de libertad, lo cierto es que aquellos hechos marcaron un nuevo rumbo de hacer las cosas.
Se abrió la posibilidad de que el ejército si puede revelarse. Y puede hacerlo por el bien del pueblo. Si todos y cada uno de los miembros del ejército juraron lealtad a su país, ¿como puede ser leal matar a sangre fría a sus hermanos de sangre? Y no me vengan con el argumento absurdo de Gadafi, que ahora a hecho suyo el presidente sirio, de que los rebeldes forman parte de AlQaeda, porque los únicos terroristas, son ellos mismos atentando contra la dignidad de su propio pueblo.
Si todos los ejércitos del mundo hubiesen hecho como el de Egipto, probablemente tendríamos un mundo, al menos, más libre.