Hay veces que es mejor mirar hacia otra parte. Porque saber que lo que pasa en ciertos lugares del mundo es real, no solo duele, si no que hace pensar que todavía hay muchos mundos paralelos en los que sobre todo la mujer, sigue permaneciendo relegada a un papel, que ni siquiera es digno de llevar tal nombre. En Foro Político tocamos en su momento la revolución en Arabia Saudí de las mujeres que luchaban por su derecho a poder conducir. Por aquel entonces, lo que parecía desencadenar en una marea de protestas de las féminas, terminó por imponer al rey en mejoras de cara a las mujeres que se aplicarían en los próximos años. Pero ya se sabe que para la religión, al menos para la musulmana (y en la cristiana, no andamos muy sobrados tampoco), la mujer no es nada. Y de eso debe quedar constancia.
Así, en lugar de orar por Alá, ahora los de las mezquitas se dedican a hacer investigaciones, según ellos científicas que demostrarían que conducir, podría desencadenar que las mujeres dejasen de ser vírgenes, que se fomentaría la prostitución, el divorcio, y la homosexualidad. Vamos que lo de conducir debería estar calificado como pecado mortal en todos los credos.
Pero el mayor problema, es que en la mayoría de los países árabes, y en Arabia la primera, las leyes no prohiben el acceso a la libertad y a la vida pública de la mujer, si no que son las partes religiosas las que lo hacen, y en un territorio en el que la religión juega a hacer de política, nada bueno puede ocurrir. Porque nosotros, ya lo sabemos que cuando era de la Edad Media, todo había menos progreso y libertades. Y todo gracias a la Santa Madre Iglesia, que menos mal, a día de hoy ha quedado, muy a su pesar, a un lugar secundario. Y mientras esto no ocurra en el mundo árabe, los cambios no van a llegar.
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