A España le faltan ganas

Un país no lo es por su clase política. Si lo piensan bien, los políticos son una gran minoría de la sociedad. Y es que un país es sobre todo ciudadanos comprometidos, y en España, de esos, por desgracia quedan pocos. Y si me permiten, con conocimiento de causa, quiero hablarles de mi generación, esa de los 80, en la que los que con más suerte han llegado a lo alto de un puesto de funcionario, porque en una escala de valores, ese parece ser el punto álgido, y los que con menos suerte se mantienen con un puesto de becario, a media jornada o simplemente están en el paro sin estarlo.

bancos jóvenes

En realidad he de reconocer que aunque pertenezco por fecha legal a esa generación, no me siento identificada con ellos. Creo que irme fuera por más de 4 años ha hecho que mi modo de pensar cambiase, y creo que eso me ha alejado para siempre, y he de decir con suerte de ese conformismo cómodo en el que los jóvenes españoles viven a día de hoy.

Y es que si echamos vista más allá de nuestras fronteras, los que más y los que menos, jóvenes de los 80 que me he encontrado por ejemplo en Austria, tenían en mente planes de futuro que pasaban de un modo u otro pro emprender, por ser mejor que sus padres, porque para eso les tocó vivir tiempos mejores. Sin embargo, en España de ese espíritu de emprendedor no ha quedado ni rastro, y si todos optamos a ser funcionarios, el sistema no se sostiene. Eso sin contar, que no queremos ser funcionarios para cambiar las cosas, si no para tener turnos de café y cigarro mejores que los del resto.

Y esa cultura del ni ni, que bien tiene una explicación económica, pero no deja de ser cultural, solo puede cambiarse de un modo, con la educación. Y no se confundan, porque educación no es ir a la universidad y licenciarse, que eso somos muchos, y entre ellos una gran mayoría peca de ser de lo más inculto. Cultura significa ser curioso, querer mejorar, querer descubrir el mundo, y querer que nuestro país, aplique lo que en otros sitios funciona.

Y aunque no sea de esos ni ni, ni de esa generación de los 80, no he desesperado en creer que un futuro mejor es posible. y aunque una solo persona no cambie el mundo, puede hacer cosas para mejorarlo, empezando por creer en sus ideas, y llevarlas adelante. Porque hay una cosa que en esta sociedad del éxito a toda costa pocos nos han dicho, que equivocarse es de sabios, y aunque caigamos fondo podemos todavía recuperarnos. Y créanme se sentirán más útiles que opositando para sentarse en una silla, o quedándose en casa porque les pagan poco en su trabajo.