Noruega. Un paraíso nórdico donde la pujante economía y el verdadero Estado del Bienestar, hacen a todos los europeos soñar con un mundo mejor. Noruega. Una ley. Una controvertida ley que en 2002 hacía que las empresas debiesen tener en su plantilla directiva un 40% de mujeres de forma obligatoria. Dicha ley, ha conseguido que a día de hoy, se pasase de un escaso 7% en 2002 a un 44% en 2011. ¿Nada mal verdad?
Y es que nos guste o no, vivimos en una sociedad machista. En una sociedad, a la cual la mujer se ha casi apenas incorporado al mercado laboral. En una sociedad en la que si bien estamos incluso más preparadas, por estúpidas tradiciones y modelos, cobramos menos. En una sociedad en la cual aunque hagamos más, siempre seremos menos. Y eso, se debe cambiar. Los críticos de las leyes de paridad dicen que no es justo que por ley la mujer deba llegar al poder, porque eso implicaría que aunque no seas válida por norma estás arriba. Y yo me pregunto ¿cuántos hombres no válidos están arriba sin merecerlo?
Con Noruega como ejemplo, no me queda más que decir que las leyes de paridad son lo mejor que nos han dado nuestros políticos en el siglo XXI.