Primero fue el pacto con el PNV para asegurarse el apoyo en la votación de los Presupuestos Generales del Estado, y ahora el pacto con CiU para garantizarse el apoyo y el voto favorable a las reformas que está pleneando el Gobierno. Últimamente, José Luis Rodríguez Zapatero actúa por necesidad, por impulsos, sin ningún tipo de planificación, buscando pactos y votos a la desesperada, sin pensar en las consecuencias. Una huida hacia adelante en toda regla.
Si para conseguir el apoyo de los nacionalistas vascos a los Presupuestos Generales del Estado el Gobierno les ofreció a cambio el traspaso de competencias, ahora Zapatero ha hecho un nuevo pacto, esta vez con los nacionalistas catalanes. Ha permitido a Cataluña emitir deuda pero, a cambio, le ha hecho prometer a Mas que le ofrecerá su apoyo y su voto para que las reformas que está planeando el Gobierno salgan adelante.
Nadie duda de que con estos pactos, tanto nacionalistas vascos como catanales obtienen privilegios para sus respectivas Comunidades Autónomas, vamos, que el trato es muy ventajoso para el País Vasco y para Cataluña. Lo que ya es más difícil de saber es hasta qué punto estos pactos son ventajosos para el Gobierno central y, especialmente, para la estabilidad política y parlamentaria de nuestro país.
No se puede gobernar, dirigir un país e intentar lograr objetivos y estabilidad de esta forma, con chanchullos oportunistas, improvisados, mal planificados, que no tienen en cuenta ni lo que se gana ni, mucho menos, lo que se pierde, ni las consecuencias que tendrán en el futuro. Pero, por desgracia, así es en la actualidad la política de nuestro país. Sólo se piensa en el hoy, no importa lo que nos pueda deparar el futuro y claro, con tan poca organización y planificación, así nos luce el pelo.
Fuente | El País