Un pueblo italiano se independiza ante las políticas de Berlusconi

Lo de la independencia está sobrevalorado. Y no lo digo por decir. Mejor dicho está sobrevalorado para quien la pide, aunque no para quien no la desea. Precisamente de independencias va nuestro artículo de hoy. Y no se preocupen que no se trata de darle más vueltas a la catalana. En este caso cruzamos fronteras, y nos vamos a un pueblo de menos de mil habitantes que ha decidido que si le quitan su Ayuntamiento y le proponen la política de Berlusconi prefiere quedarse como principado. Si, como el de Mónaco, o como el de San Marino.

El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, en Milán. | Efe

Pero éstos, en lugar de ser como los catalanes, que solo utilizan la independencia para quedarse con más dinero, han decidido irse a lo grande, y ya han acuñado hasta su propia moneda. Claro que es solo un modo de verlo. Ahora toca en pensar si menos de 1000 habitantes dan para pagar infraestructuras, servicios sanitarios, policía y todo lo demás que se entiende como servicio público. Pero eso es ya otra historia.

A lo que me refiero, es que las independencias, dichas así, parecen sonar a gloria: autonomía política y económica. Pero cuando se les da la vuelta, ya no son la panacea que se habían pensado.