Hay un asunto de crónica internacional del que Europa dice sentirse preocupada. Son dos países, uno en África y otro en medio de los Balcanes. Hablo de Albania y Túnez. Hablo de dos países de los que tenemos muchos que aprender de sus revoluciones. Protestas y revolución desde el pueblo, por parte de los ciudadanos, que están más que cansados de unos políticos, que en el caso de Túnez se preocupaban más de una imagen exterior que de dar a sus ciudadanos un sistema democrático en el que trabajo y progreso no faltasen. Y en el caso de Albania, los ciudadanos han dicho basta, basta a un sistema corrupto que no deja que el país florezca.
Y Europa dice sentirse preocupada. De acuerdo que los conflictos nos preocupan. Pero un conflicto donde los ciudadanos luchan por su libertad, luchan por un futuro mejor, y protestan ante una autoridad política que les tiene sometidos y no les proporciona lo que debe es, al menos bajo mi punto de vista, siempre un motivo de orgullo. Es más, yo creo que en lugar de criticar, tenemos mucho que aprender de sus revoluciones. Tenemos mucho que aprender, aunque parezca mentira, de las sociedades de Túnez y de Albania. ¿Acaso nosotros no tenemos corrupción? ¿Acaso nosotros no vemos como no podemos vivir, con los índices de desempleo españoles? ¿Acaso no nos han quitado nuestros políticos el pan de cada día? Por supuesto que son situaciones diferentes. Por supuesto que en ambos países han llegado a situaciones extremas. Pero, ¿vamos a esperar a que algo similar suceda para decirle a Zapatero que no estamos de acuerdo? ¿No tenemos pensado protestar por el desempleo, por la falta de inversión, por la reducción de todo? En casa hace menos frío, y la caja tonta nos entretiene; pero así, un país no va por buen camino. Al final va a ser que España está sin esperanzas ante un futuro mejor.