La noticia de que el régimen de Gadafi estaba haciendo aguas y que el dictador había tomado rumbo a Argelia y sus dos hijos habían sido capturados por los rebeldes parece haber pasado de ser información periodística a una guerra de propagandas por ver quien es el más fuerte. Sin noticias de Gadafi y con su hijo, el número 2 del régimen en libertad, los recuerdos de aquella guerra de palabras entre URSS y EE.UU parecen estar hoy más frescos que nunca. Aunque en este caso cambiamos de escenario, de combatientes y de formas.
Y parece que se nos olvida que Tripoli sigue dividida. Dividida en dos. Y que millones de Libios han muerto o lo han perdido todo. Mientras tanto, Europa y EE.UU ayer hacían la gloriosa salida a escena de que habían ganado una guerra que todavía no ha sido. Bengasi celebraba. Tripoli celebraba. Pero no había nada que celebrar. Nada más que puras propagandas antirégimen y pro OTAN.
Bajo mi punto de vista no creo que se alargue mucho más el proceso. La propaganda demostró ya en aquella época de la URSS su amplio poder, y las estrategias que se están usando en Libia, sumadas a la mayor fuerza de los oficiales y a un escaso apoyo al régimen libio ponen la balanza en el poder rebelde. Ahora habrá que esperar. A que todo termine, para empezar de nuevo. porque será solo el principio del fin. Luego habrá que decidir que rumbo toma el país. Y por casos como Túnez y Egipto, ya nos hemos dado cuenta de que no es tan fácil.