Cuando alguien de dentro de un gobierno, de dentro de un partido, simplemente no quiere pasar por el aro, y no da más explicaciones que las buenas maneras, algo huele mal. A mí, la noticia de que la señora Salgado prefiera no ser llamada en las listas me suena como poco a raro. Elena Salgado ha formado parte de los dos gobiernos ejecutivos del PSOE desde que Zapatero gano las primeras elecciones. Ahora dice que preferiría no ser llamada en las listas. Aquí solo hay dos razones que valgan, y vuelvo a hacer uso de mi más propio sentido del mal pensar, porque ya saben el dicho de: «piensa mal y acertarás»
La primera de ellas cae del propio ego de la persona. Porque aunque nadie nos habló de la posibilidad de que Elena Salgado se fuese a presentar a las elecciones, nosotros no tenemos la certeza de que no hubiese sido así. En todo caso, al lado de ZP si, al de Rubalcaba no. Por ahí irían los tiros de la primera teoría, aunque en el caso de este personaje me decanto más por la segunda.
La segunda, y bajo criterio propio la más adecuada, es la de que Elena Salgado ya no se cree nada de loq ue se dice en el PSOE. Lleva años al frente de un ejecutivo que no ha sabido hacer. Y como no ha sabido hacer, tampoco sabrá, como ya ha casi demostrado un PSOE cada vez más débil.
Y yo me pregunto, si alguien que formo parte del partido durante estos años no cree ya en el PSOE ocmo forma de gobierno. ¿Cómo hacemos los españoles para creer?
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