Madrid desaloja a una decena de familias de gitanos rumanos

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Después de la polémica expulsión de gitanos rumanos de Francia este verano, ahora le toca el turno a Madrid. En este caso los gitanos rumanos no han sido expulsados de la capital de España, pero sí han sido desalojados de sus chabolas, que estaban situadas en el camino de San Roque, en el barrio de Las Tablas, al norte de la ciudad. Una decena de familias de gitanos rumanos fueron obligados por agentes de la Policía Municipal y por técnicos de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid a desalojar sus chabolas. Una vez vacías, varias fueron derribadas. Sin embargo, no fue necesario derribar todas las chabolas, ya que varias de las familias habían conocido que iban a ser desalojadas días antes, por lo que ellas mismas habían desmontado sus viviendas, que estaban construidas con madera y metal.

A pesar de la previsión, y como suele ocurrir en estos casos, durante el desalojo se vivieron momentos de tensión, especialmente cuando un técnico municipal accedió al interior de una de las chabolas sin permiso. Las familias de gitanos rumanos que han sido desalojados no entienden por qué les han echado de sus casas. Muchos aseguran que ellos no son delincuentes, que no matan ni roban y que además tienen una buena relación con los vecinos, que les proporcionan comida.

El Ayuntamiento ha decidido desalojar las chabolas de Las Tablas y derribarlas pero, por el contrario, nada ha dicho de lo que va a pasar a partir de ahora con estas familias que se han quedado en la calle, más todavía de lo que ya estaban. La solución para estos inmigrantes no es desalojarlos como ha hecho ahora Gallardón o expulsarlos como hizo Sarkozy. Porque de esta forma este problema se convierte en el cuento de nunca acabar y una vez desalojados, volverán a levantar un nuevo campamento de chabolas en otra zona de la ciudad y todo volverá a empezar una vez más.

La solución pasa por desmantelar los campamentos, que muchas veces sí son un foco de delincuencia, especialmente de venta y consumo de droga, como ocurre en la Cañada Real, pero sobre todo pasa por proporcionar a esas familias que han sido desalojadas una nueva vivienda, por ejemplo de protección oficial.

Es cierto que muchos de los inmigrantes no desean realmente integrarse en la sociedad y prefieren vivir en un poblado de chabolas a vivir en un bloque de viviendas, por todo lo que eso conlleva: pago de impuestos, de agua, luz, gas, convivencia con los vecinos, etc. Pero también es cierto que son muchos los que sí quieren integrarse en la sociedad, vivir en una casa digna y tener los mismos derechos y las mismas obligaciones que el resto de los ciudadanos.

Si metemos a todos en el mismo saco no conseguiremos nada. El Ayuntamiento de Madrid ya ha dado el primer paso, desalojar y derribar las chabolas, pero si realmente quiere solucionar este problema todavía tiene que dar muchos más pasos. Aunque quién sabe, quizá en el fondo no le interese y lo único que quiere hacer es un lavado de cara de la ciudad, sin meterse a fondo en los problemas y en las soluciones. No olvidemos que sólo quedan seis meses para las elecciones municipales…

Fuente | El Mundo