Cuando un país empieza a considerar a su ciudadano corriente como delincuente y le aplica todo el peso de la ley, mientras pasa por alto delitos que a todas luces son mayores, las cosas no van bien. ¡Señores, despierten porque este estado del miedo, del cuidado con las multas, y de sanciones verdaderamente increíbles, ataca a nuestra libertad de expresión, de movimiento y fundamentalmente de ser ciudadanos libres! Resulta que el nuevo código penal, del que ya os hemos hablado aquí, vuelve a la carga contra los conductores, porque aquí, en España, parece que tener un coche, es tener un arma del delito. Las multas son abrumadoras, las faltas están tipificadas como delitos, y el dinero que debería invertirse en infraestrucutras, se hace en radares cuyo fin es básicamente recaudatorio.
Por si fuese poco, los nuevos delincuentes españoles, ya no son solo los conductores, que pueden representar una gran mayoría de la población, ahora también lo son los fumadores. A los que prácticamente se ha reducido a fumar en sus casas. Mire bien antes de encender un cigarro, no vaya a ser que este cerca de un lugar público en el cual está vetado fumar y alguno que no tiene nada mejor que hacer lo denuncie, y le toque rascarse el bolsillo. Y no se le ocurra alegar que es el Estado quien le vende el tabaco, porque ya ha dicho Leire Pajín que es por su bien.
Los nuevos delincuentes españoles son para el gobierno una fuente interminable de recursos. Porque claro, el que tiene un coche y además fuma, se gana la vida, por lo general dignamente. Y a ese, si se le puede atacar el bolsillo y llenar las arcas del Estado. Sin embargo, al que está relacionado con drogas, todos los que salieron a la calle por el nuevo Código Penal, esos no hay donde rascar. Así que señores, si no quieren ser considerados delincuentes por el Estado Español, dejen de fumar y de conducir; métanse a robar menos de 400 euros, que eso en España ¡no es delito!
