No es la primera vez que explico mi opinión acerca de la ley antitabaco, una ley que considero que atenta directamente a la libertad de las personas. Evidentemente no soy la única que opina de este modo. Son muchos los hosteleros que ven como además se ven afectados asuntos económicos con esta ley, y son muchos los pensadores y otros personajes que critican duramente la ley antitabaco española precisamente por esa razón. Sin embargo, para los defensores de esta ley, parece que la salud esta por delante de todo, y es precisamente ese el punto que usan para defenderla a todos los costes. Hoy quiero precisamente rebatir esa idea, y para ello tomaré una entrevista hecha a un médico y publicada en ABC, en la cual Luís Rodríguez Padial, médico cardiólogo insiste en que el tabaco no es bueno para la salud, pero que el Estado no puede prohibir su consumo mientras se lucra con su venta.
A continuación en esta reflexión sobre la salud y la ley antitabaco. Un médico opina sobre la libertad os presento algunos trozos de sus declaraciones, cuya cita completa podéis encontrar aquí
«no comparto algunos aspectos de la nueva Ley dado que considero que van más allá de evitar la exposición de los no fumadores al humo del tabaco, no han demostrado su beneficio con respecto a otras medidas tendentes al mismo objetivo, y creo que pueden traducir, quizás de forma inconsciente, una cierta intención de «castigar» a los fumadores. Es más, considero que algunas de ellas no respetan el derecho individual de los adultos bien informados a seguir fumando sin causar daño a nadie. Fundamentalmente, las medidas que no comparto son la imposibilidad de fumar en espacios cerrados aislados y bien ventilados, específicamente destinados a los fumadores adultos bien informados que decidan seguir fumando, especialmente en sitios en los que haya que permanecer durante un tiempo prolongado, como los aeropuertos (situación que sí se permite en los centros de la tercera edad, sin que quede claro la razón para tal «discriminación», o en los clubes de fumadores), y el aumento simultáneo de los puntos de venta del tabaco, etc. Para contrastar la diferencia entre la actitud de «castigo» a los fumadores y la adoptada con otros «hábitos» basta compararla con la que existe con respecto al alcohol, en la que muchos ayuntamientos «facilitan» las reuniones de los jóvenes para beber alcohol (y quien piense que el alcohol, y otras drogas, solo hacen daño al que lo toma es que no conoce ninguna familia en la que haya una persona alcohólica) y con respecto a otras situaciones de riesgo para la salud de la adolescencia»
«Siento no estar de acuerdo con los que dicen desde el mundo sanitario que se trata solo de un tema de salud pública y no de libertades; desde el momento en que se han extremado las medidas, incluyendo no solo prevención sino un cierto «castigo», que se restringe la libertad de personas adultas bien informadas a fumar sin hacer daño a otros, y que, al mismo tiempo, se alienta a delatar a los infractores, considero que se están limitando libertades individuales más allá de lo que en buena lógica demandaría la salud pública.»