Cuando vienen los problemas, todos parecen seguir a Pilatos y a auquello de lavarse las manos, en cambio con los triunfos, las peleas por ponerse la corona, son inmensas. Esto es lo que parece haber ocurrido en el caso de los emigrantes que han muerto de sed y hambre, innorados por las patrullas del mar.
Y claro, Italia dio la voz de alarma a Malta, la cual dice no saber nada, y ante el caos la culpa se la echamos al más grande, que para eso está, la OTAN, que por ahora no parece dejar claro si es o no culpable. Pero en este caso lo mismo da. Porque si la culpa la tienen unos u otros poco importa, ya se han muerto 60 personas, las cuales clamaban auxilio sin importar de donde era la bandera. Personas de esas que calificamos de segunda, que vienen a buscar un mundo mejor.
Y claro, ahora no nos preguntamos el porque las hemos dejado morir, no nos preguntamos que es lo que se puede hacer para que esto no ocurra, sino que nos empeñamos en centrar, el que podría ser un debate muy clarificador en buscar a un culpable. A veces, pasamos el punto en el que la hipocresía se llama necedad.