La historia que les cuento hoy es en parte mi historia, en parte la de muchos ustedes, y en suma la historia de toda una generación. Una generación que tiene que aprender a vivir en la incerteza. Antes, en los tiempos de mis abuelos, se emigraba. Los destinos eran varios: entre ellos muchos países de Europa como Alemania, Suiza o Francia; y otros tantos de América Latina. Era una inmigración que se marchó en masa, y dejo despoblada, aunque en general a España, en particular a Galicia. Pero se emigraba con un objetivo, el de hacer fortuna y vivir dignamente. A día de hoy, el objetivo es el mismo, pero pocos ya se lo creen.
Y no es que los jóvenes de hoy no creamos en nosotros mismos, puesto que como dicen los políticos, somos una generación muy preparada, pero el problema es que el resto de la sociedad ya no confía. No confía porque el mundo de hoy es muy distinto al de ayer.
Y en el mundo de hoy se vive o de becas que hay que complementar con dinero propio, para, dicen, formarse en el extranjero y aprender idiomas, porque si estos no vamos a ningún sitio. O de eso, o de míseras remuneraciones que no se podrían calificar de sueldos si queremos mantener la palabra con un poco de la dignidad que se merece.
Y esa es la vida que nos ha tocado vivir. Y les puedo decir que aún a pesar de todo, aún a pesar de que me gaste dinero que no tenía y tuve que pedir en préstamo en hacer un master fuera, aún a pesar de vivir un año de Erasmus con trabajillos de aquí y de allá, aún a pesar de llevar desde los 18 como becaria que hacía de todo cobrando ni lo mínimo, aún así sigo teniendo esperanzas. Esperanzas en un futuro mejor, en un futuro que nadie nos va a regalar, si no que tenemos que buscar. Y eso no se aprende en la universidad, si no viviéndolo. Dormir, y conformarse con que esta es la vida que nos ha tocado vivir no nos va a solucionar el problema. Hay que vivirla y explotarla al máximo, y eso a nivel laboral. Y si no es una puerta en Madrid, será una en Berlín. No importa donde. Lo importante es llegar. Y con el tiempo, se llega.
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