Se nota que estamos en campaña política. Y aunque en este caso algunas de las declaraciones políticas tengamos que tomarlas solo como un ataque para robar algunos votos hay cosas difíciles de soportar. Y es que el beneficio de la duda solo se le puede dar a alguien que nos ha demostrado que por lo menos no hay indicios suficientes para acusarle de que haya cometido algún error. Sin embargo, cuando alguien se equivoca, la lía, no reconoce su error, y encima dice que en realidad el culpable es el que tiene en frente. La cosa se pone difícil. Difícil de creer, y difícil de votar.
Evidentemente, todo este sermón moralista que les acabo de contar tiene relación con la política actual y con la frase que a bocajarro soltó Rubalcaba sobre Rajoy: «Jamás hace nada por España». Y aunque a Rubalcaba no le voy a quitar sus cualidades porque antes de ser candidatos era creo uno de los pocos políticos que me gustaban de este país, y no hay punto de comparación con la lengua que no sabe echar el freno de Pons, no puedo decir mas que aunque Rajoy no haya hecho nada por España, más vale no hacer nada, que hacerlo todo mal.
Porque ante quedarnos como estábamos cuando entró por primera vez Zapatero y llegar a niveles de deudas históricos, una burbuja inmobiliaria, los bancos que controlan el poder, y un tope de casi 5 millones de parados; discúlpeme señor Rubalcaba, pero preferiría quedarme como antes. Porque lo de que más vale malo conocido que bueno por conocer, con paro e hipotecas sin pagar, ya no funciona.
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