Francia comienza a notar cada vez más los efectos de la huelga general. Ya son más de mil las gasolineras que no tienen combustible como consecuencia del bloqueo provocado por las protestas de los camioneros, que no sólo han paralizado el suministro, sino que también han cortado carreteras. Por si fuera poco, las 12 refinerías del país galo continúan en huelga y los trenes de medio y largo recorrido funcionan sólo a la mitad.
De esta forma han respondido camioneros, refienerías y ferroviarios a la consigna de endurecer todavía más los paros que se vienen protagonizando desde el pasado martes, hace ya casi una semana. Como pasa siempre en estos casos, los más perjudicados son los ciudadanos de a pie, la gente de la calle, que sufren las constantes y cada vez más fuertes presiones de los sindicatos al gobierno de Sarkozy para que se retire la reforma de las pensiones.
Sin embargo, en Francia no ocurre como en España y la huelga general no es únicamente una batalla perdida de los sindicatos contra el gobierno. Es una batalla de prácticamente todo el país, porque cada vez son más los ciudadanos y colectivos que se suman a las protestas. Hay casi 260 institutos cerrados y esto es sólo una pequeña muestra y mañana martes se celebrará una nueva jornada de protesta.
Pero, a pesar de los esfuerzos de sindicatos, trabajadores y ciudadanos en general, el gobierno de Sarkozy sigue sin ceder y confía en que la reforma de las pensiones se apruebe este mismo miércoles en el Senado, poniendo fin así a los movimientos de protesta o, al menos, debilitándolos, ya que cada vez tienen más fuerza. A este respecto, el primer ministro francés, François Fillon, aseguró ayer domingo que no está dispuesto a permitir que se bloquee el país y que se amenace la economía de Francia.
Tendremos que esperar al miércoles para saber si, finalmente, la reforma de las pensiones es aprobada o no. Aunque no parece probable que el ejecutivo francés vaya a escuchar al pueblo, a los ciudadanos, que han hablado alto y claro y han dejado patente su descontento y su malestar con esta medida. Todo lo contrario de lo que hizo con la Comisión Europea, a la que sí escuchó y dio marcha atrás como le ordenó. Ahora no parece que Francia vaya a echar marcha atrás con la reforma de las pensiones, por mucho que los sindicatos y los ciudadanos en general estén paralizando el país. Parece que los ciudadanos sólo pueden hablar y, sobre todo, ser escuchados cuando hay elecciones.
Pero, aunque la reforma de las pensiones sea aprobada y los sindicatos no hayan conseguido su propósito, nadie duda de que toda Francia está dando una lección de cómo se debe llevar a cabo una huelga general, todo lo contrario de lo que pasó en España el pasado 29 de septiembre. No sabemos si conseguirán o no su objetivo, pero al menos los sindicatos, los trabajadores y los ciudadanos franceses están haciendo todo lo posible. Y eso ya es mucho.
Fuente | El País