A partir de ya, los camiones que circulen por Europa vendrán gravados con una tasa denominada euroviñeta. Dicha tasa será debida a la contaminación ambiental y acústica que dichos vehículos producen.
España se ha mostrado contraria a dicha tasa desde el principio, pero parece que no le quedará mucho que hacer dada la inmensa mayoría de los países que aprobaron la propuesta. Por ahora, España sólo ha conseguido que las categorías de transporte Euro V y Euro VI sean pospuestas en el pago de dicho impuesto hasta 2013 y 2017 respectivamente.
Lo peor del asunto ha sido que en un principio, los impuestos recolectados por esta vía serían invertidos en políticas que lograsen un transporte sostenible. Pero, ahora, esto pasará de ser una obligación impuesta por Europa, a una recomendación de la UE. O sea que gravamos a los camioneros con un nuevo impuesto, en el período de crisis en el que nos encontramos para luego usar ese dinero en lo que mejor creamos conveniente.
Sinceramente, una medida bastante injusta, ya que si al menos se les está penalizando por una «contaminación ambiental y acústica» lo lógico sería que ese impuesto se usase en mejorar el aspecto por el que se está cobrando, y no en asuntos que nada tengan que ver con el tema. Sino, ¿qué sentido tiene un nuevo impuesto que no ayuda a mejorar el ambiente, pero que se cobra precisamente por contaminación a ese ambiente? En fin, la ilógica política del mundo en el que vivimos.
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