Lo cierto es que el título con el que he empezado el artículo es en sí bastante agitador. Pero desde hace varios meses. Desde que Zapatero ha tenido que hacer frente a la crisis. Desde que han subido los impuestos. y desde que las cuentas no cuadran, lo cierto es que en este país, en España, el ladrón es el Estado. Porque subir el IVA, el IRPF, y reducir todas las prestaciones sociales hasta la fecha no ha servido para que las arcas se recuperasen de años de dejadez. Las multas de tráfico fomentadas por los 110 km/h tampoco han sido tan exquisitas como el gobierno se había imaginado. Y claro, si todo eso no sirve hay que amedrentar al ciudadano medio. Porque solo ese les va a dar el dinero.
Así, como si de una verdadera mafia se tratase, el gobierno presiona por todas partes. La hostelería sufre en este momento la peor de sus crisis. A la ley antitabaco se suma el escaso poder adquisitivo de muchas familias españolas, a los que ahora hay que añadir inspectores que por sorpresa firman multas por normativas que pretenden hacer crecer las arcas usando al ciudadano que solo busca un futuro. Multas por carteles con promociones, que el Estado considera incitación al alcohol; multas por no colocar donde los inspectores consideran oportuno el cartel de prohibida la venta a menores de 18 años; multas por ruido en la calle provocado por los fumadores… Multas, multas y más multas.
Y el problema, es que la crisis en la que estamos no la creamos los ciudadanos. No la crearon los dueños de bares que buscaban un sustento y han generado empleo. La creo Zapatero, que en 2012 o quizás antes se irá con una pensión vitalicia, mientras al hostelero de turno le tocará asumir los pagos por despido, las multas del ladrón del Estado y aguantar la falta de clientes, ya no solo fumadores, sino los demás, que ahora están en el paro, y renuncian a la cerveza del bar. Y es que esta es la España donde el ladrón es el Estado