Cuando la ley de igualdad pisó tierras españolas, decía llegar desde Europa a darle a la mujer el papel que hasta ese momento se le había negado. Y todos gritamos primero de alegría, diciendo por fin, para luego desvanecerse nuestras ilusiones en una Leire Pajín que solo entendía una igualdad en una gramática que a todos nos puso los pelos de punta con los miembros y miembras.
Aún así, con tantas faltas de ortografía y de racionalidad fuímos tirando y vimos un desfile de ministras, que si bien no fueron en general las más competentes, sus colegas masculinos tampoco se quedaron atrás en aquella carrera, y las estupideces machistas de «la metieron porque era mujer» vieron bien pronto que había para todos. Porque ineptos e ineptas estaban a partes iguales.
En todo caso, superada la fase crítica, creímos que en España teníamos una sociedad más igualitaria, y eso nos pasa por creer a los políticos y sus secuaces. Es más, el mapa que ven al inicio del post les muestra como no solo no han aumentado el número de diputadas, si no que nos hemos quedado con una menos respecto al 2004, año en que todavía no se aplicaba la ley de paridad. ¿La conclusión? Ninguna, que casi mejor nos iría como a Bélgica, sin gobierno durante un año, porque total para que hagan leyes que ni ellos cumplen, casi mejor, que no las hagan
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