A estas alturas de nuestro sistema que algunos se resignan en seguir llamándole el Estado del Bienestar, creo que ya nadie puede convencernos a los jóvenes de que mañana estaremos mejor que hoy. Porque la sociedad basada en el trabajo sigue siendo el centro de nuestras vidas, y si ni eso podemos asegurarlo, entonces, muy mal van las cosas. Pero centrándome en lo que a día de hoy me preocupa, quiero hablarles de lo que sindicatos, políticos y entes sociales han definido como contrato en prácticas, pero que a mi parecer, dista mucho de la teoría.
Un contrato en prácticas por definición es que se le hace a una persona para mostrarle como desempeñar las competencias teóricas adquiridas en el ámbito de su profesión y de forma práctica. Por tanto, como base de la definición, un contrato en prácticas no se le podría hacer a alguien con experiencia, al menos con experiencia en el campo en que se le hace. Pero esto parece quedarse solo en una definición, porque con la legislación actual, hemos pasado de los 21 como edad tope para este contrato a los 30.
Pero esto no es lo peor del asunto, porque evidentemente habrá quien a los 30 no haya adquirido bastante experiencia en un campo de estudio concreto y determinado. Pero el problema es que si echan un ojo a las ofertas de prácticas que las empresas proponen a sueldos muy por debajo del mínimo, y que en muchos casos son a título gratuito, hablamos de años de experiencia, de competencias específicas, de idiomas, de conocimientos técnicos del interior de una empresa, y de un largo etcétera que no se consigue si no habiendo trabajado en el campo anteriormente. Y claro, ¿no se supone que por teoría si ya se tiene experiencia no se debería contratar a alguien en prácticas ya que por norma nadie le va a dar conocimientos si no que él los va a aportar? No nos engañemos, el nuevo contrato en prácticas no es más que una mentira más para que nos conformemos con cobrar 400 euros si llegamos y trabajar más que un empleado indeterminado. Así es el Estado de Bienestar de hoy
