Vic (Barcelona).- La plana mayor de CiU se ha volcado en la tarea de justificar su abstención «a regañadientes» (‘a contracor’) del jueves en el Congreso, que permitió aprobar los severos recortes del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, una postura que ve «responsable», gracias a la cual se «salvó el euro».
En un multitudinario acto político-festivo en Vic en el que CiU ha querido hacer una demostración de fuerza, congregando a 12.000 militantes y simpatizantes, Artur Mas, Josep Antoni Duran Lleida y Jordi Pujol han dedicado gran parte de sus discursos a explicar una abstención que no ha gustado nada a muchos de sus fieles, porque ha contribuido a salvar la cabeza de Rodríguez Zapatero.
Pese a que se trataba de un mitin preelectoral, con vistas a las elecciones al Parlament del próximo otoño, el principal protagonista ha sido Duran, portavoz de CiU en el Congreso, que se ha esmerado en argumentar el porqué de una abstención que le ha valido no sólo los elogios de gran parte de la opinión pública española sino también la crítica furibunda de un sector del electorado de CiU que deseaba ver finiquitado al presidente del Gobierno.
Duran, que se ha pasado las últimas horas contestando correos electrónicos de simpatizantes desconcertados por lo que consideran un excesivo ejercicio de responsabilidad de CiU, ha reconocido que en la noche anterior a la votación en el Congreso le fue imposible conciliar el sueño, intentando alumbrar los argumentos a utilizar desde la tribuna del Congreso para justificar su posición.
«Nos abstuvimos para evitar un mal mayor», ha resumido Duran, consciente de que, si el jueves fracasaba el plan de ajuste del Gobierno para reducir el déficit, España iba a quedar intervenida como Grecia, a instancias de la UE y del FMI.
Fue un gesto de «responsabilidad», un atributo que según Duran está en el «alma» de CiU y que esta vez no sólo sirvió para «salvar la economía española», sino incluso la europea: «CiU ha salvado el euro», ha proclamado Duran, que ha recordado que el propio comisario de Competencia de la UE, Joaquín Almunia, admitió que la aprobación del plan fue vital para evitar que saltasen todas las alarmas.
Con igual ardor ha defendido la posición de voto de CiU el presidente de la federación nacionalista, Artur Mas, que ha dicho sentirse «plenamente orgulloso» de su formación por haber tomado una decisión «difícil», que se adoptó «a regañadientes» (‘a contracor’), porque suponía de facto salvarle el pellejo a Rodríguez Zapatero.
«A mí me ha costado Dios y ayuda porque si alguien le tiene ganas a ese personaje, soy yo. Pero yo no estoy en política para vengarme de nadie. Por delante de todo hay el servicio al país y a nuestras convicciones», ha subrayado Mas, que ha reconocido que al principio confió «más de lo que debía» en el presidente del Gobierno, pese a que, desde un primer momento, Duran le advirtió de sus debilidades.
Mas ha puesto en valor la contribución de CiU a curar la grave crisis española y, haciendo un símil con la reciente visita del Rey a Barcelona para someterse a una operación, ha destacado que «cuando hay que operar a un enfermo grave, llaman a la sanidad catalana».
Además, ha destacado la importancia de salvaguardar la salud de la economía española, de la que aún depende la catalana, aunque su «apuesta estratégica» pasa por que la economía catalana «cada vez dependa más de Europa y del mundo y menos del Estado español».
También el ex presidente de la Generalitat Jordi Pujol ha hecho una enardecida defensa de la abstención de CiU, que lleva el «gen de la responsabilidad» y que esta vez, como en otras ocasiones de la historia democrática española, ha sido la encargada de «sacar las castañas del fuego» al Gobierno pese a los «riesgos» que implicaba.
Unos riesgos que, en cambio, ni PP ni PSOE, «tan patriotas, tan creídos, tan petulantes, tan chulos, pero también tan incapaces y tan poco responsables», han sido capaces de asumir.
Pujol ha reconocido que le costó «mucho» aceptar que CiU debía abstenerse, «pero se tenía que hacer» pensando en «el bien común», un punto de vista no compartido por muchos militantes que en los últimos días le han escrito correos donde protestan «con rabia».
«Yo les entiendo. Pero desgraciado el país en el que una fuerza muy importante y decisiva como CiU no tenga estas actitudes», ha señalado.