¿Ley de Presupuestos?

confundido

Como es ya demasiado habitual en la actuación política este Gobierno, la negociación de los Presupuestos para 2011 ha estado más centrada en la forma y sus consecuencias que en su contenido.

Empezaremos por lo último, el contenido del Proyecto de Ley de Presupuestos, que debería ser lo más importante.

Nos gusten más o menos, estos Presupuestos son posiblemente los más realistas de toda la legislatura. Por una vez, se reconoce la crisis (Obama mediante), se aplican algunos criterios de austeridad y se pone freno al incremento alegre de gasto público que hemos padecido en los últimos años, tanto en tiempos de bonanza como de vacas flacas. Por simplificar, se abandonan los postulados que nos llevaron a la reducción fiscal indiscriminada de 400 € o a los diversos Planes E, etc. y se comienzan a aplicar ciertos criterios de rigor presupuestario.

 Por otro lado, resulta muy discutible la reducción de la inversión en infraestructuras, los recortes en Investigación o la reducción en la asignación a la Ley de Dependencia, por citar solo algunos ejemplos que suponen un retroceso real en el desarrollo de una sociedad. Recordemos que estos recortes a lo mejor son ya hoy inevitables pero no hay que olvidar que en parte son consecuencia del despilfarro de los últimos años.

Pero parece que el contenido de las partidas presupuestarias no es el problema político fundamental. Como decía al principio, a mi juicio lo son la forma y sus consecuencias. Y es que hasta ahora se ha hablado muy poco de las partidas presupuestarias concretas contenidas en el Proyecto de Ley y mucho del proceso de negociación.

El mismo parece que ha tenido el único fin de garantizar la supervivencia del Gobierno hasta el final de la legislatura. Y que se ha hecho a cualquier precio, tanto, que el principal actor del Gobierno ha sido Rubalcaba en lugar de Salgado, lo que da una pista muy clara de qué es lo que era realmente importante para el Ejecutivo. Sabemos también mucho de las concesiones del Gobierno a PNV y Coalición Canaria, pero nada de las exigencias concretas de estos partidos que hayan supuesto alguna mejora en los Presupuestos y que supusieran una mejora (desde su punto de vista, claro) para todos los españoles.

Es más, nos tememos que no se ha producido ninguna negociación concreta sobre las partidas presupuestarias contenidas en el Proyecto, lo que viene a escenificar el esperpento en el que se ha convertido la política española, donde las leyes son utilizadas para cualquier cosa menos para defender el interés general de los españoles y donde se devalúa la política a diario. No parece que se hayan discutido políticas concretas de impulso de la recuperación económica, reformas estructurales, etc, que es de aquello de lo que deberían hablar unos Presupuestos Generales del Estado.

Rosa Díez asignaba muy acertadamente al PNV el papel de casero de la Moncloa: «Zapatero paga el alquiler de la Moncloa (el más caro de la historia de España, al menos 472 millones de euros por un año) con el dinero de los parados españoles».

Pues eso. El casero ha autorizado a Zapatero a que continúe un año y medio más en la Moncloa, a cambio de un módico precio para el PNV y un alto coste para el PSE y para el resto de españoles. El Presupuesto era lo de menos. Lo importante, mantenerse a toda costa en el Gobierno.

Alberto Reyero

Responsable de Estudios y Programas UPyD Madrid