Marruecos sigue dando «caña»

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Parece que cómo os habíamos contado desde aquí, el gobierno marroquí buscaba algo con tanto comunicado y amenazas de boicot. El jueves las asociaciones alauíes habían prácticamente paralizado el transporte de mercancías. Y habían anunciado parones de hasta 15 días de duración. Pues bien. La medida no ha durado ni 24 horas. Tras la llamada del rey a su homólogo marroquí (tan criticada por algunos sectores del PP), las asociaciones han dado tregua esperando la visita del ministro del interior español, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Pero resulta que en los puntos que el señor Rubalcaba tiene para tratar con su homólogo marroquí, Cherkaoui, no aparece por ningún lado la tensa situación en la frontera melillense. Los periódicos informan que la reunión versará sobre «cooperación policial, la lucha contra el terrorismo y contra la inmigración ilegal y otros asuntos comunes». ¿Alguien me explica dónde se ha dejado a Melilla?O al menos la tensa situación de la frontera. O algún punto relacionado con el comercio. Nada. No hay ninguna referencia explícita.

Pues bien, si la crisis diplomática es de lo que todos hablamos a día de hoy, y en los asuntos de nuestros políticos no figura como asunto a tratar en una visita oficial a Marruecos. ¿qué significa todo esto? ¿qué está ocurriendo en realidad?. Pues bien, dos opciones. Una, Marruecos pretende algo de nosotros, que nosotros daremos sin rechistar demasiado para apagar las grandes llamaradas que se han ocasionado en la opinión pública sin que el PSOE pierda popularidad. O bien, Marruecos está de nuevo tratándonos como a imbéciles y haciendo lo que le da la gana con tal de conseguir sus objetivos.

Es cierto que la vía diplomática es la mejor de las vías ante conflictos con otros países. Pero actuar mejor que una llamada de tú a tú entre monarcas cuando a cambio recibimos comunicados citando a Melilla como «ciudad ocupada», ya no se puede. Sino no estaríamos hablando de diplomacia. Estamos hablando de dejarnos pisar. Y lo de llevarse bien con todos está bien, pero bajo los límites de sacar algo de provecho de esa relación. La política funciona así, y sólo así conseguiremos acuerdos productivos y no que se aprovechen de nosotros.

Foto: cultura y sociedad