Las medidas «xenófobas» propuestas por Sarkozy: la polémica está servida

imagesCada vez que aparece una nueva ley de inmigración, la polémica está servida. Eso parece desde hace ya algunos años en Europa. Ahora es el turno de Francia, cuyo gobierno liderado por el señor Sarkozy ha afirmado que los delincuentes de origen extranjero no merecen ser franceses. Todo esto se producía cuando en los despachos de las altas cumbres ya se había tomado la decisión de desmantelar varios cientos de poblados ilegales de gitanos procedentes de Rumania y de Bulgaria.

Pues bien. Ya estamos otra vez. Lo cierto es que la medida tiene más bien poco de xenófoba. En realidad, la decisión de expulsión de los gitanos se recoge en los estatutos franceses y en las condiciones de entrada en la U.E de Rumania y Bulgaria. Vayamos por partes.

En primer lugar, Francia como estado está en todo su derecho de expulsar a cualquier inmigrante, sea o no europeo, que suponga una carga para el país debido a su situación. Los gitanos búlgaros y rumanos han emigrado a Francia creando asentamientos ilegales que suelen ser un foco de problemas para los que viven en las cercanías. Por otro lado, la situación laboral de estas personas es nula, por lo tanto los ingresos que tienen, son la mayoría de las veces ilegales. En segundo lugar, la Unión Europea acordó cuando se negoció la entrada de Rumania y Bulgaria que los otros países miembros podrían limitar sus derechos de libre circulación durante un plazo de hasta 8 años.

Apostar por una inmigración productiva

Entonces, ilegal no es. Las leyes no se han cambiado. Eran las que estaban. Simplemente se han aplicado. No es que se abogue por un rechazo a la inmigración (esto sólo lo interpretarían así, grupos ultraderechistas que se toman la ley por su mano), sino que se apuesta por una inmigración de provecho. Si en realidad se aplicarán las normas como se debiera, esto beneficiaría, tanto al inmigrante que viene dispuesto a trabajar y a mejorar su situación, como al francés que vive en su país. Las cárceles están llenas de delincuentes franceses, no se necesitan los de fuera. Pero hay que hacer una buena definición de delincuente. Sino, volveríamos a lo de siempre, al juicio rápido de el hecho de ser extranjero implique ser un bandido.

Entonces yo digo. Señor Sarkozy, si la medida se aplica como usted ha dicho. Bien tomada está. No es justo que un inmigrante tenga que trabajar duro en Francia para ser considerado francés, y que un delincuente logre la nacionalidad y todos los derechos que implica abusando de la ley. Pero tampoco utilice esa ley para considerar que todo inmigrante debe demostrar primero que no es delincuente. En este caso, si estaríamos hablando de xenofobia.

Diversidad cultural que beneficia a todos

La conclusión a la que quiero llegar es que toda medida que se toma contra la inmigración suscita malestares. Pero si en realidad esas medidas se aplicasen como se tienen que aplicar, construiríamos países en los que la diversidad cultural y el respeto mutuo nos favorecerían a todos. Y todos ganaríamos. La inmigración es necesaria en Europa. Y mucho. Pero debemos siempre favorecer al inmigrante que viene a trabajar y a enriquecer el país, y la ley debe ir en contra del delincuente extranjero al igual que lo hace con el delincuente ciudadano. Sino, ¿a dónde vamos señores?

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