La protesta de unas 5.000 personas paralizó el centro de Roma y representó un gran golpe para Berlusconi, quien reiteradamente ha presentado su respuesta efectiva al terremoto de abril del 2009 como uno de los principales triunfos de sus dos años de Gobierno.
Dos personas resultaron levemente heridas cuando la policía antidisturbios intentó controlar a la multitud, que logró llevar la protesta justo fuera de la residencia privada de Berlusconi.
«Venimos aquí para pedir colectivamente ayuda y somos golpeados», dijo el alcalde de L’Aquila, Massimo Cialente.
Residentes de L’Aquila, donde más de 300 personas murieron en el desastre, se quejan sobre la lenta reconstrucción de su ciudad medieval y quieren que el Gobierno extienda las exenciones de impuestos para las víctimas.
Berlusconi a menudo alardea en televisión que las nuevas casas en la ciudad devastada fueron construidas en un tiempo récord.
El primer ministro realizó la cumbre del G-8 del año pasado en L’Aquila, en una demostración de solidaridad con las víctimas.
Sin embargo los residentes dicen que tras una ola inicial de iniciativas que llamaron la atención de la prensa, muchos debieron valerse por sí mismos cuando el dinero de la reconstrucción se acabó.
«El ‘Proyecto Casa’ es una broma. Sólo unas pocas personas recibieron casas nuevas. El resto de nosotros sigue en la misma situación. No hay proyectos para reconstruir el centro histórico. L’Aquila es una ciudad muerta y hemos sido olvidados», dijo un manifestante.
Pierluigi Bersani, jefe del mayor partido de oposición, y el ex magistrado anticorrupción Antonio Di Pietro, quien ahora lidera un partido opositor más pequeño, abandonaron la sala del Parlamento para apoyar a los manifestantes.
Los manifestantes también temen que un presupuesto de austeridad del Gobierno, que busca reducir el déficit, sea un golpe doble para ellos debido a que planea reducir fondos para las regiones del país.