Las voces que llegan desde el Sáhara, implorando ayuda pro la situación que están viviendo, se oyen cada vez más. Se oyen, pero cada vez más el miedo las bloquea. El miedo a perderlo todo. El miedo a ser de un lugar en el mundo, donde la ley y el Estado no existen. Un territorio que espera desde hace años un apoyo internacional que no llega.
La crisis en la que está metido el Sáhara es portada de los medios internacionales. Las denuncias a miembros de la seguridad marroquí se oyen por cientos. Entran en sus casas, los torturan, y en muchos casos los matan. Y no pueden hacer nada. Porque Marruecos afirma que sólo son dos los muertos saharauis, mientras de las fuerzas de seguridad marroquíes ya contabilizan 10. Y entre mentiras de un lado, y el mirar para otro lado de Francia y España, responsables de resolver el conflicto histórico con Marruecos y de interceder por el Sáhara, es el pueblo el que sufre.
Un pueblo que está cansado. Son muchos años. Y ninguna respuesta. Y nosotros, con neustra diplomacia seguimos mirando a asuntos como Oriente Próximo, mientras los que tenemos al lado quedan sin resolver. Bueno en realidad quedan sin resolver unos y otros. O sea que al final, cuando vengan las consecuencias, no nos lamentemos. Al fin y al cabo, el Sáhara es casi un vecino directo, y si dejamos que un conflicto tan cercano se desarrolle sin hacer nada, no sé cuales pueden ser los resultados.