Berlín.- Los socialdemócratas alemanes hicieron hoy alarde de robustez, un año después de hundirse en las elecciones generales de 2010, y se lanzaron a desvelar «el rostro auténtico» de Angela Merkel, una canciller que, según ellos, sólo funcionó bien mientras les tuvieron como socios de gobierno.
En apenas un año de Gobierno de centro-derecha, Merkel ha mostrado al ciudadano «su auténtico rostro», al frente de unas filas «derechistas y sin conciencia social» y erigida en «canciller de los consorcios», afirmó el presidente del Partido Socialdemócrata (SPD), Sigmar Gabriel, en el congreso extraordinario de la formación.
«Sólo fue una buena canciller mientras nosotros vigilábamos», ahora su cancillería es exponente del poder de los grupos de presión (lobies), siguió Gabriel ante sus 500 delegados, un año después de los comicios del 27 de septiembre de 2009, que dieron la victoria a Merkel y apearon al SPD de su puesto como socio en la gran coalición.
La convocatoria invitaba al balance y Gabriel aprovechó para resaltar los porcentajes que le son favorables: el SPD cayó entonces en su mínimo histórico -un 23 por ciento-, pero ahora los sondeos lo sitúan en el 30 por ciento.
Apuntalados en los Verdes, los socialdemócratas están en condiciones de recuperar la cancillería, según las estimaciones del Politbarometer de la televisión pública ZDF.
«El SPD está aquí de nuevo», proclamó, para relativizar proyecciones menos alentadoras para su formación, como la del instituto Forsa que apuntaba esta semana a un hipotético empate con los Verdes en 24 puntos, lo que trastocaría el tradicional reparto de papeles entre el socio mayor y el menor.
«Por supuesto nos alegramos del auge que dan algunos sondeos a los Verdes. Pero los sondeos son sondeos, no resultados», dijo, tras recordar que queda un largo trecho hasta las siguientes elecciones -previstas para 2013- y aventurar que para entonces se habrá «normalizado» la correlación de fuerzas, a favor del SPD.
Gabriel, en su discurso de una hora larga para un congreso de una jornada y sin margen para el debate -ese cometido queda para el próximo congreso regular, en 2011-, se concentró en insuflar optimismo y suavizar aristas internas.
Se distanció del miembro del SPD que más ha dado que hablar últimamente, ex asesor del Bundesbank, Thilo Sarrazin, autor de un libro de sello islamófobo que encabeza las listas de ventas en Alemania.
Abundó, luego, en las deficiencias de la política de integración que actúan de caldo de cultivo a esas peligrosas tesis.
Quitó hierro, asimismo, el progresivo rechazo en el SPD a la Agenda 2010 -o programa de recortes sociales implantado por el gobierno de Gerhard Schröder- y ensalzó, en cambio, como logro de la coalición roji-verde aquello que Merkel echó abajo: el cierre de las centrales atómicas en 2022, retrasado ahora al menos 12 años más.
El congreso, oficialmente convocado con ocasión del vigésimo aniversario del Tratado de Unidad -el 3 de octubre de 1990-, estuvo revestido por una euforia algo escenificada, puesto que ni hay elecciones inminentes ni, caso de haberlas, se puede evaluar a costa de quién actuaría la teórica efervescencia de los Verdes.
Sin embargo, a la socialdemocracia le vino como anillo al dedo para exhibir una recuperada solidez, mientras las filas de Merkel mostraban de nuevo las disonancias internas que han acompañado a la coalición de centro-derecha desde que se formó.
La canciller había convocado este domingo una reunión de coalición para aclarar, entre otras cosas, el monto futuro del subsidio a desempleados crónicos y sus hijos, en respuesta a una sentencia del Tribunal Constitucional de febrero, según la cual la regulación actual no garantiza el derecho a una existencia digna.
La medida afecta a unos 6,5 millones de perceptores y desde hace días se filtraron en los medios diversos montos y un duro regateo interno: de 20 a 10 euros, para acabar con el anuncio de acuerdo de mínimos (5 euros mensuales para un subsidio total de 364 euros).
Exactamente lo que precisan las fuerzas de la oposición -SPD, Verdes e Izquierda- para afirmar que la coalición de Merkel no se entiende ni entre sí y que la recuperación económica aumenta los beneficios para la gran industria, pero olvida al ciudadano.