Rajoy. Hijo de puta no. Lo siguiente

La verdad es que supongo que pocos son los que no se hayan hecho eco de la carta que circula por las redes sociales y por internet en la que todo empieza con un «Señor Rajoy. Es usted un hijo de puta». Y aunque la verdad es que mucho hay que decir por haberle atribuido la autoría a alguien que nada tenía que ver con ella, pero como al PP parece que las formas les traen sin cuidado, puesto que no hay más que echar un vistazo a la chulería con la que Montoro se dirige a las Comunidades, a la insistencia de Gallardón por anular a las mujeres sin que ello le suponga un problema y sentirse orgulloso de ello, o a nuestro ministro de exteriores haciendo que los cooperantes del Sáhara vayan y vengan a su antojo.

elecciones, corrupción,

En fin, que precisamente porque vivimos en un país en los que los gobernantes no parece importarles el modo, hoy me quiero centrar en el contenido. Y es que llamarle hijo de puta al señor presidente tiene todas las razones de ser. Y no soy de las de insulto fácil, como saben los que me siguen a diario. Pero en este caso toca. Y toca porque el señor Rajoy se gano el puesto con lo que se llaman promesas electorales, promesas que nunca cumplió. Se ganó el puesto cuestionando lo mal que lo había hecho el PSOE con un Zapatero al frente, y ahora no solo repite los errores que un día calificó como tal, si no que además los multiplica. Y además, el señor Rajoy se ganó el puesto con un cambio como único camino. Un camino que nunca llegó.

Los argumentos a tropezones que nos llegan desde el ejecutivo del señor presidente, que a la semana siguiente transforman un «no vamos a hacerlo» en un «tenemos que hacerlo para salir de la crisis», cabrean aún más al más que tocado ciudadano. Porque aquí no se trata de un cabreo de los consumidores como cuando ZP subió el iVA, ni tampoco de los funcionarios, que ya por aquel entonces vieron un recorte en sus nóminas. Ahora están cabreados todos los profesionales a los que se les sube el IVA y el IRPF de un golpe; los funcionarios que se quedan sin paga de Navidad y por tanto en muchos casos sin fiestas; a los que tienen un negocio a los que todo esto afectará de forma importante sus ventas; los que optaban por un puesto público, que se quedan sin plazas convocadas; los parados a los que se les acusa de no querer trabajar cuando las oficinas sacan de media un puesto de trabajo al día; los pensionistas que ahora pagan por sus medicinas sin garantías de plazo en la devolución de los importes máximos; y en definitiva toda la sociedad española que tiene un menor nivel en sanidad, en educación y en justicia gracias a los recortes del señor Rajoy, que ni con todas estas renunció a su coche oficial o a sus vacaciones de verano, y con él toda su comitiva.

Pero es que claro cuándo a la señora Cospedal le preguntan por su salario tan alto, y la respuesta es tan contundente cómo «igual al de mi predecesor», yo me preguntó, ¿y si todo es igual, para que hemos ido a votar los españoles?

Por todo esto, y por algunas cosas más que me guardo para no ponerme a la altura del betún que han llegado los populares, el señor Rajoy y con él todo su ejecutivo no son unos hijos de puta, no. Son, lo siguiente.