Más que irritado, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, está decepcionado: su homólogo de EE UU, Barack Obama, no viajará a su país antes de que abandone la presidencia brasileña. El carismático dirigente le había invitado a visitar Brasil antes de las elecciones presidenciales del próximo octubre, en las que se producirá su relevo.