Los hosteleros vascos están enfadados con el Estado. Con ese Gobierno que ha creado la ley antitabaco y que ha prohibido fumar en sus locales pero que, al mismo tiempo, se lleva un auténtico dineral todos los años gracias a lo que recauda con los impuestos del tabaco. Se han cansado de doble moral y de hipocresía.
¿Y cómo han demostrado su enfado? La Federación de Hostelería del País Vasco ha propuesto a sus asociados que dejen de vender tabaco y lotería en sus bares. Sí, no solo tabaco, también lotería, porque el Estado también se lleva cada año un buen pellizco gracias a los impuestos de los décimos de la Lotería Nacional.
Los hosteleros vascos han propuesto asimismo a sus asociados colocar en las máquinas expendedoras de tabaco de sus bares un cartel con la siguiente afirmación: Con este gasto contribuyes al sostenimiento del Gobierno que te ha prohibido fumar en nuestros establecimientos. Fumar mata. Y les enriquece.
Sin embargo, no contentos con estas medidas, los hosteleros vascos quieren ir más allá y han propuesto además boicotear al PSOE en las próximas elecciones generales que se celebrarán el próximo año 2012 si para entonces se ha demostrado que la ley antitabaco ha afectado negativamente a este sector.
Entiendo hasta cierto puento que los hosteleros quieran defender lo que es suyo, sus negocios, los que cada día les dan de comer a ellos y a sus familias, y que se muestren contrarios a la ley antitabaco y hagan todo lo que está en sus manos para que esta norma sea derogada. Sin embargo, lo que no me entra en la cabeza es esta incongruencia de los hosteleros vascos, este pique absurdo, infantil e ilógico que les ha entrado ahora contra los impuestos del Estado.
No quieren vender tabaco ni lotería en los bares porque no quieren dar dinero al Gobierno a través de los impuestos. ¿Y qué pasa con los impuestos especiales del alcohol? ¿También van a dejar los bares de vender alcohol para no dar dinero al Gobierno? Porque el alcohol, al igual que el tabaco, también está gravado con un impuesto especial. Hay cosas que caen por su propio peso.
Fuente | El Correo