Las elecciones en Australia podrían dar un gobierno en minoría

Con la votación tan igualada, el resultado podría no tener que ver con las políticas sino simplemente con cuál de los líderes, la primera ministra Julia Gillard o el opositor Tony Abbott, es el preferido de los votantes.

El asistente del Tesoro Chris Bowen dijo que los comicios están tan reñidos que es tan probable que haya un Parlamento sin mayoría como un nuevo Gobierno laborista o incluso una victoria de la coalición conservadora.

«Está tan ajustada que cualquiera de esas (posibilidades) pueden ocurrir», afirmó a Reuters en una entrevista telefónica después de que un sondeo de Newspoll diera a laboristas y la oposición empatados con el 50 por ciento.

La última encuesta de los diarios Sydney Morning Herald y The Age le daba una ventaja al partido gobernante.

«El resultado más probable es (…) una victoria laborista por un escaso margen», opinó en la televisión australiana el redactor jefe de política del Herald, Peter Hartcher, revelando que un sondeo de Nielsen que se publicará el sábado reveló un apoyo del 52 por ciento para la laborista Gillard y uno del 48 por ciento para Abbott.

Sin un claro ganador, la formación del próximo gobierno dependerá de la incorporación de un grupo de diputados independientes o ecologistas, dejando en el limbo el nuevo impuesto a la minería propuesto por el laborismo y creando incertidumbre en los mercados.

«Debido al hecho de que alrededor del 40 por ciento del mercado australiano está en manos de inversores extranjeros, cualquier incertidumbre puede tener un impacto perjudicial sobre los mercados», dijo a Reuters el economista de CommSec equities Savanth Sebastian.

«Si se empieza a ver un Parlamento estancado o una victoria minoritaria, el dólar australiano seguramente quedará bajo presión, al igual que los mercados de acciones», agregó.

Dos de los tres independientes clave que podrían decidir quién llega al poder han dicho que no podrían garantizar la aprobación de un presupuesto de un gobierno minoritario, lo que abre la posibilidad a una crisis fiscal o a un Ejecutivo de corta vida.

Incluso un triunfo ajustado de Gillard podría disminuir su poder para introducir el impuesto del 30 por ciento a la minería, uno de los pilares de su campaña, que debería pasar por un hostil Senado.

Además, los laboristas han prometido actuar contra el cambio climático con un posible programa de comercio de derechos de emisiones de gases de efecto invernadero, y construir una red nacional de banda ancha y fibra óptica de 38.000 millones de dólares. La oposición liberal-nacional se opone a estos planes.

Gillard destituyó al ex primer ministro laborista Kevin Rudd el pasado 24 de junio, en una maniobra desesperada del partido de evitar la derrota electoral, pero ha tenido problemas para atraer a los votantes, ya que muchos están molestos por la decisión laborista.

Catorce millones de australianos están llamados a las urnas, y su último barómetro electoral es el cocodrilo «Dirty Harry», que puesto a elegir entre dos pollos muertos, uno con la cara de Gillard y otro con el rostro del líder de la oposición, prefirió a Gillard.

Harry, que pesa 720 kilos y mide unos 5 metros de largo, eligió correctamente a España como el ganador del Mundial de Sudáfrica el mes pasado, al igual que Paul, el pulpo de un acuario alemán que se convirtió en una estrella de los medios durante el torneo.

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