Israelíes y palestinos se enfrentan mañana con el primer escollo para la paz

Jerusalén.- Israelíes y palestinos se toparán mañana en Sharm El Sheij (Egipto) con el primer escollo de las negociaciones entre ambos: la continuidad o no de la expansión de las colonias judías en Cisjordania, a la que tendrán que dar respuesta para avanzar hacia la paz.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, intenta antes de la cita encontrar una fórmula que le permita salvar la cara ante los colonos y la ultraderecha israelí y que al mismo tiempo satisfaga a los palestinos y, sobre todo, al presidente estadounidense Barack Obama, que reiteró este fin de semana su apoyo al cese de la construcción.

Netanyahu ha dejado claro que no prorrogará la moratoria parcial a la construcción en Cisjordania de diez meses, que acaba a finales de este mes, pero también ha advertido que no dará carta blanca a los colonos y que ralentizará la expansión colonial.

Los palestinos no dejan de reiterar que se levantarán de la mesa de negociación si se reinicia la construcción, aunque también se han mostrado dispuestos a aceptar un cese de facto sin declaración oficial.

Más aún cuando el actual cese ya les parece insuficiente porque excluye el territorio ocupado de Jerusalén Este, los edificios públicos y unas 3.000 viviendas ya cimentadas antes de su inicio, a lo que se sumaron luego la aprobación de casos excepcionales y las violaciones de la actual moratoria.

En una reunión con los ministros de su partido, el derechista Likud, Netanyahu dijo ayer que Israel tiene potencial para levantar 19.000 viviendas pero «en la práctica se construirán muchas menos».

El jefe del Gobierno israelí afirmó que no va a permitir que los palestinos impongan la moratoria como condición para mantener el diálogo, al igual que él no ha exigido para sentarse a negociar el reconocimiento por parte de los palestinos de Israel «como el estado de la nación judía».

«No vamos a permitir que nos dicten que no se va a construir nada, pero entre cero y uno hay otras posibilidades», afirmó.

Las posibilidades entre ese cero y ese uno son diversas y no está claro cuál de ellas será tolerable tanto para Ramala como para Washington, sin poner en riesgo la derechista coalición de Gobierno israelí.

La solución posiblemente pase por un cese de los concursos públicos para construir en el corazón de Cisjordania, en los puntos más alejados de la barrera de separación construida por Israel, aseguraba hoy el diario «Maariv».

Esa medida se combinaría con trabas burocráticas a la edificación por parte del Ministerio de Defensa, que dirige el laborista Ehud Barak, en lugares donde ya se han concedido permisos de construcción.

El Ejecutivo podría también ofrecer simplemente limitar la construcción a las entre 1.500 y 2.000 viviendas al año que levantó la anterior administración de Ehud Olmert durante el fracasado proceso de paz de Annapolis, como afirmaban fuentes gubernamentales citadas hoy por el diario «Israel Hayom».

La ONG israelí «Shalom Ajsav» (Paz Ahora), que sigue de cerca la evolución de las colonias, asegura que agotada la moratoria los colonos podrán comenzar a levantar 13.000 viviendas que ya han sido aprobadas, 5.000 de ellas en asentamientos alejados de la frontera israelí internacionalmente reconocida.

Entre las opciones más debatidas en las últimas semanas está la del ministro de Inteligencia, Dan Meridor (del Likud), quien propuso que se reiniciase la construcción únicamente en los grandes bloques de asentamientos, -que Israel estima quedarán bajo su soberanía en un acuerdo de paz-, pero la fórmula no parece haber convencido al Gabinete y también ha sido rechazada por los palestinos.

Su colega Silvan Shalom, titular de Desarrollo Regional, entiende que «construir sólo en los bloques de asentamientos significa dibujar la frontera sin que sea resultado de un proceso negociador», lo que supondría renunciar a otras colonias.

El ministro de Servicios Sociales, el laborista Isaac Herzog, es uno de los pocos que se ha mostrado a favor de extender la moratoria actual por un plazo limitado de dos o tres meses, tras los que la construcción se reanudaría exclusivamente en las zonas sobre las que existe «consenso nacional» de que quedarán como territorio israelí.

La población, en general, está con los colonos; según una encuesta publicada recientemente por «Maariv», el 39 por ciento de los israelíes está de acuerdo con construir en todo el territorio palestino y otro 36 por ciento cree que se debe edificar sólo en los grandes bloques de asentamientos.

Tan sólo un 20 por ciento de los israelíes cree que el Gobierno debe frenar totalmente el proyecto colonizador.

Cualquiera que sea la decisión, será difícil que Netanyahu pueda nadar y guardar la ropa mucho tiempo porque, como decía hoy en una columna el ex ministro y pacifista israelí Yosi Beilin, «es difícil engañar a todo el mundo».

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