Conste que no me gusta la Ley de Partidos. Nunca me ha parecido que se defienda mejor la libertad y nuestra democracia recortando derechos políticos. No voy a entrar a valorar si ha servido o no para tener a ETA en el lugar que esta, solo me parece que nuestra libertad exige otro tipo de soluciones que quizás no lucen tanto pero que afrontan mejor los problemas. Y llamenme paranoica, pero siempre pienso que ese recorte tarde o temprano me lo van a aplicar a mi.
Conste que también me gustaría que la izquierda abertzale se presentara a las elecciones. No de cualquier manera, sino porque renuncien efectivamente a sus vinculaciones con esa banda de asesinos y apuesten firmemente por las reglas de juego que nos hemos dado todos. Y sobre todo para que dejen de alimentar el discurso contrario, el del odio.
Pero tengo que decir que estoy aburrida. Todas las precampañas tenemos la misma discusión con las listas que se van a presentar a las elecciones. Unos, los que se quieren presentar, escondiéndose detrás de un metalenguaje cultivado durante muchos años para que parezca que dicen lo que no terminan de decir (o era para que no parezca que dicen lo que realmente están diciendo) y otros, lo que del Partido Popular y sus adláteres, aprovechando para sacar su discurso del odio (a Zapatero y Rubalcaba, no se equivoquen) y poner otra vez el contador electoral.
Pues miren, señores y señoras, se ha acabado. No hay debate. Existe una ley de partidos (que vuelvo a repetir que no me gusta). Que trabaje la justicia y que los políticos defiendan la democracia.