El Ministerio de Cultura se ha enfadado, se ha picado y, como los niños, lo ha demostrado con una rabieta y una pataleta. Un berrinche en toda regla. Eso es lo que es la petición de que Álex de la Iglesia no presida la entrega de los premios Goya. Qué casualidad que esta petición llega justo ahora, después de que el cineasta vasco anunciase su decisión de dimitir como presidente de la Academia de Cine por no estar de acuerdo con la aprobación de la ley Sinde.
La gala de los premios Goya, que este año cumplen su 25 aniversario, se celebrará el próximo 13 de febrero y parece que Sinde no quiere estar presente en la gala si la presenta Álex de la Iglesia. Otra pataleta. Como este señor no está de acuerdo conmigo, yo no quiero estar cerca de él. Lo que les decía, un berrinche infantil, esto parece el patio de un colegio.
Por si no fuera suficiente, la ministra de Cultura se ha atrevido no solo a invitar a Álex de la Iglesia a que dimita antes de la entrega de los premios Goya, sino incluso a proponer a Icíar Bollaín, vicepresidenta de la Academia de Cine como su sucesora y como próxima presidenta de este organismo. Precisamente la Academia se reune esta misma tarde para decidir si la dimisión de Álex de la Iglesia se produce antes o después de los Goya y decidir también quién será el encargado o la encargada de presentar la gala.
No parece muy democrático y ni siquiera lógico que el Ministerio de Cultura y la propia señora Sinde se meta en asuntos que no le competen. Inmiscuirse en la dimisión de Álex de la Iglesia y en la presentación de la gala de los Goya es otra forma de manipulación y censura.
Por desgracia, el cine español, así como la literatura, los medios de comunicación y tantas otras cosas sufrieron censura durante casi 40 años durante la dictadura de Franco, y parece que, tristemente, la censura vuelve ahora al cine español. De otra forma, distinta, pero igual de lamentable y reprochable.
Fuente | El País