Enrique Múgica es un personaje controvertido y con habilidades. Controvertido porque despierta iras y amores; con habilidades porque ha conseguido estar una década al frente del Defensor del Pueblo, más que ninguno de sus predecesores, sin recibir críticas de PSOE y PP, los dos partidos que avalaron su nombramiento. Otra cantar es el de los nacionalistas, para los que es una de sus bestias negras.