Parece que en nuestra sociedad todavía continuamos con problemas que tienen difícil solución porque una de las partes se niega a colaborar. Una vez más, les traemos un caso del Islam, en concreto de una familia musulmana que vive en España desde hace cinco años, y cuya hija se niega a quitarse el velo para ir al colegio, en el cual el reglamento impide cubrirse la cabeza. Así la han absentado de clase hasta que decida atenerse a él.
Ahora yo digo, ¿las normas están para cumplirlas? Parece que no. Parece que las normas se cambian por los que llegan, y no como en un tiempo, en el que los que llegan se adaptan. Se adaptan a la cultura, a la lengua y al país de acogida. Si yo mañana decido irme a Arabia Saudí, tendré que ponerme un velo completo, abstenerme de hablar con hombres mirando a sus ojos, no conducir porque me estará prohibido y no salir de casa sin la presencia de un hombre. Esas son sus normas, y si quiero vivir en paz, tendré que cumplirlas. ¿Por qué cada vez que los emigrantes árabes vienen a España pasan de ellas? Señores, ser democráticos nos ha llevado tiempo y eso exige comportamientos adecuados y respeto. Si empezásemos por eso y por la coherencia, bien y rápido acabaríamos. Sin embargo parece que la tontería nos puede. De puertas para adentro, cada uno que haga lo que quiera, una vez en suelo público, hagan como dice el refrán: «donde fueres haz lo que vieres».
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