Nadie pone en duda que los ministros del PP están muy preparados. Nadie les quita los méritos académicos y profesionales que acumulan en su currículum. Sin embargo, la verdad es que a los ministros del PP les faltan cualidades emocionales, les falta emocionarse, y no decimos de alegría si no más bien de tristeza, cuando anuncian medidas que a los españoles nos ponen frente a la pared.
De seguro que pocos han podido olvidar la escena que montó Elsa Fornero, la ministra italiana de Trabajo al anunciar las duras medidas que se pondrían en marcha y que afectarían muy seriamente a las familias. Aquel llanto no iba a resolver las cosas, ni iba a ponérselas más fácil a los italianos. Cierto. Pero no es lo mismo decirlo con una lágrima, que decirlo como si nada estuviese pasando.
Esto no es más que aplicar la lógica de que hay muchas formas de decir las cosas a la política. Es decir que no podemos decirle a alguien que hemos perdido a un ser querido riendo, ni tampoco que hemos conseguido un puesto de trabajo llorando. Y partiendo de la base de que la comunicación verbal es un 90% de lo que decimos, lo cierto es que en el PP necesitan urgentemente sumar ese tipo de formación a sus currículums. Porque las matrículas de honor no bastan para conseguir empatía con los votantes.
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