No es de extrañar que la calificación de nuestra democracia haya bajado en los dos últimos años, a base de crear falsos problemas, resultado de la estrategia de la «oposición a todo» que sufrimos, por parte de un Partido Popular antieuropeo, que no resuelve de una vez por todas el problema de corrupción que le inunda, y que es reprendido constantemente por otros líderes europeos de derechas, la última Angela Merkel.