Las declaraciones de Saad Hariri al diario Asharq al Awsat, publicadas el lunes, fueron el repudio más claro hasta ahora de su acusación anterior de que Damasco fue el cerebro del atentado en Beirut de hace cinco años, en el que murieron su padre y 22 personas más. Las autoridades sirias han negado repetidamente cualquier implicación.
El asesinato provocó la condena nacional e internacional, y obligó al presidente sirio, Bashar Asad, a retirar las tropas de Líbano, acabando con casi tres décadas de presencia militar en su pequeño vecino.
Desde entonces, Hariri – que lleva en el poder desde noviembre – ha restañado las relaciones con Damasco, ha visitado a Asad en varias ocasiones durante el último año y ha enfatizado la necesidad de que los dos países mantengan fuertes relaciones.
«Hemos estudiado los errores que cometimos con Siria, que dañaron al pueblo sirio y a las relaciones entre los dos países», dijo Hariri en el diario.
«En cierto punto cometimos errores y acusamos a Siria de asesinar al primer ministro mártir. Esta fue una acusación política, y esta acusación política ha terminado».
La muerte de Rafik Hariri sigue siendo un asunto muy sensible en Líbano. Una investigación inicial de la ONU implicó a Siria, pero varios medios han publicado que el fiscal de la ONU podría emitir cargos contra integrantes de Hezbolá, aunque el grupo chií ha negado cualquier participación. Su líder, Sayed Hasan Nasralá, ha calificado al tribunal de proyecto israelí, pero Hariri ha defendido su independencia.
Las acusaciones sobre la credibilidad del tribunal y la posibilidad de cargos contra Hezbolá han sacudido la frágil unidad del gobierno de coalición que dirige Hariri, que es suní, e incluye a ministros del grupo chií.
«El tribunal no está relacionado con las acusaciones políticas, que fueron apresuradas (…) El tribunal solo estudiará las pruebas», declaró Hariri en el periódico.
