La saga cada vez más amarga y extraña ha desestabilizado al ministro de Trabajo, Eric Woerth, mientras intenta sacar adelante una reforma del sistema de pensiones estatales ante la unión de la oposición.
Algunos políticos de izquierdas han cuestionado su permanencia en el Gobierno tras la publicación la semana pasada de unas grabaciones secretas de la heredera de una gran empresa de cosméticos Liliane Bettencourt, de 87 años, que según informaciones de medios se referían a posesiones en las Islas Seychelles y Suiza.
La esposa de Woerth ayudó a gestionar la fortuna multimillonaria de Bettencourt, lo que ha provocado acusaciones de la izquierda política de que la pareja pudo haber conocido sus asuntos fiscales y callarlos.
Preguntado sobre el escándalo en el Parlamento el martes, Fillon acusó a la oposición de intentar arruinar la carrera de Woerth.
«Eric Woerth es un hombre honesto. Eric Woerth no ha hecho nada mal. Eric Woerth no se interesó en la situación fiscal de Madame Bettencourt», afirmó Fillon.
«No dejaré que su honor sea arrastrado por el barro a causa de una trama política miserable», agregó, ante los vítores de los parlamentarios de centro-derecha.
Subrayando la gran emoción provocada por el momento, el mismo Woerth evocó la memoria del fallecido ex primer ministro Pierre Beregovoy, que se suicidó en 1993 tras verse involucrado en una investigación por sobornos.
Tras su muerte, el entonces presidente François Mitterrand acusó a los rivales de Beregovoy de actuar como una jauría de perros que lo acosó hasta su muerte.
«En un importante discurso, el presidente Mitterrand habló de perros. Señor, tenga cuidado de no convertirte en uno», dijo Woerth a un diputado socialista que lo interrogó sobre su papel en el caso.
«No tengo nada que reprocharme, absolutamente nada. Soy un blanco fácil en un momento conveniente», dijo Woerth ante el Parlamento el martes.